domingo, 27 de noviembre de 2016

YO FUI UNA VEZ UN HOMBRE INVISIBLE

 
 Sí, señoras y señores. Ésa es mi condición. Soy un hombre invisible, como la cálida brisa, o como ese último pensamiento efímero que se pierde antes de ser vencido por el sueño. Pero, por favor, espero que no me malinterpreten, no deben tomarse mis palabras al pie de la letra. Soy de carne y hueso, y cada día que me levanto veo mi propio reflejo en el espejo de mi cuarto de baño.
   ¡No, no se vayan, por favor!
   Deben dejar explicarme, no les robaré mucho tiempo, lo prometo.
   Ahora, en este preciso instante, mientras pronuncio estas apresuradas palabras, estoy sentado en la barandilla de la torre del Miguelete, el campanario de la Catedral de Valencia, la ciudad donde yo nací.