martes, 29 de mayo de 2018


EL MALETÍN

No tardaría en salir.
Claudia, apostada tras los setos que circundaban su jardín, podaba los rosales con cierta destreza, un tallo marchito por aquí, un ramo enmarañado por allá.
Corría el mes de marzo, la primavera se aproximaba al comienzo de la pubertad y el sol destellaba agradablemente en un cielo raso y azul. Claudia había optado esa mañana por un sombrero de paja de ala ancha, no solo para protegerse del sol, sino para ocultar su mirada, que estaba más pendiente de la casa de enfrente que de la poda de los rosales.