—No me gusta dormir solo.
—Vamos, todas las noches me dices lo mismo. ¿De qué tienes miedo?
Arturo dudó por un instante. Fijó la mirada en la ventana, por donde el sol
comenzaba su descenso en el horizonte.
—Ya te lo he dicho muchas veces. Me da miedo la oscuridad.
—¿Miedo a la oscuridad? Eso es cosa de niños. Opino que esa fase ya
deberías haberla superado hace ya mucho tiempo.
Arturo sonrió sin ganas.
—En la oscuridad hay cosas malas, ¿sabes?
—¿Qué cosas?